"—¿Qué le molesta más, la ignorancia o la indiferencia?
—¡Ni lo sé, ni me importa!"
Nuevamente yo por acá.
¿Cuál es mi música favorita? Es tan difícil escoger como sostener porqué lo he escogido. Y es que el hecho de escoger es por consecuencia excluir a otros ritmos que en realidad hacen parte de. Ni siquiera puedo decir que tengo un libro favorito, una canción o un color.
Sin embargo, el ejercicio de escoger es algo que se nos facilita cuando lo hacemos colectivamente, de hecho, las ideas compartidas son las ideas por las cuales históricamente la gente ha dado hasta la vida. Algún día leí la frase que describiría claramente este supuesto: ‘’La indecisión individual y la decisión colectiva son polos opuestos’’.
Hay, sin embargo, un vacío que se profundiza cuando oímos alguna canción en especial. Y he aquí la idea de favoritismo, porque nos acuerdan de alguien, porque la bailamos con aquel o porque la letra es justamente lo que estamos sintiendo. Algunas veces es como si el autor nos hubiera preguntado sobre qué componer. Lo he sentido, sí. Me pregunto hasta si debo cobrar derechos de autor porque esa es precisamente mi historia. Y viene nuevamente el favoritismo.
Dudaría que Axl Rose me robó la historia si no fuera porque primero fue la canción y luego dicha historia. ¿Quién por ejemplo no ha sentido que alguien le está dedicando una canción? Porque claro, ‘’ él me la debería estar cantando a mí ‘’. Pues bien, por eso se hacen favoritas esas canciones y eso es un aspecto de la música que no hemos tratado de encontrar con claridad, su forma compartida de ser; para unos significa una cosa, para otros otra.
Este pequeño párrafo es más que un comentario, una invitación a hacer una lista de música con aquellas canciones que nos gustan porque nos traen un recuerdo grato o no grato. Es como si la música fuera un medio para vivir nuevamente una situación…
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